Sra. Cifuentes, mire usted:
Todas las mañanas me levanto y leo las noticias, esas destacadas en la red, a pesar de que muchos medios se han vendido al poder, y por ello sé que falta objetividad, pero la necesidad de información, incluso siendo esta sesgada me empuja a cabrearme cada mañana.
Estos días usted está siendo la protagonista, bueno ya lleva tiempo siéndolo, pero es que el colmo de la indecencia tiene nombre de mujer y es el suyo, Sra. Cifuentes.
Insiste usted en llamar delincuentes a quienes simplemente expresan su malestar ante tanta desvergüenza política, que empuja cada día a más familias al desasosiego y la precariedad, pero hace oídos sordos y la vista se le ciega cuando el delincuente, verdadero y buscado por la justicia, le toca en casa.
Mientras, usted insulta, criminaliza y envía a animales encasquetados (que no se ofendan todos los que usan a diario el uniforme de servidores de la ley, pero decirles que entre ellos hay animales y lo demuestran a diario) en contra de manifestantes pacíficos que solo protestan contra la desvergüenza política que esta creando un clima de crispación insostenible, actuando como lacayos de las élites financieras y olvidando que su cargo es para proteger al pueblo, no a los ricos avariciosos que han empujado al planeta a un desastre social que ya no tiene manera de pararse.
Su última ocurrencia ha dado que hablar de sobra, esa en la que a usted Sra. Cifuentes se le ha dado por decir que hay que regular el derecho a manifestarse del Pueblo, porque hay demasiadas manifestaciones, según usted, resultan molestas, supongo que en especial para usted, que con cada golpe dado por sus esbirros más ciegos (siempre espero el día en que se den cuenta de que a quienes deben proteger es a los ciudadanos no a ustedes, y espero verlo pronto, porque todavía tengo fé en el ser humano), recibe miles de críticas, pero es que Sra. Cifuentes, perdóneme usted, pero con su aspecto de pija y niña bien, a la que se lo han dado todo hecho, y cuya única preocupación es preguntarse el tono que va a teñir su cabello, nadie puede quedarse tranquilamente sentado viendo como a golpe de orden institucional ordena cargas indiscriminadas contra ciudadanos pacíficos, y mucho menos se entiende que se indigne ante la pregunta del paradero de su esposo, que no es trigo limpio querida, sino otro más de los que han aprovechado su estatus social para hacer lo que le da la gana, y además sin dar la cara, ese Sra. Cifuentes es un verdadero delincuente, al que usted debería encargarse de buscar, y no a aquellos que intentan hacer escuchar su voz ante tanta injusticia social, porque ellos, nosotros, todos el 99%, les estamos enviando un mensaje bien claro:
YA NO LES QUEREMOS, YA NO LES NECESITAMOS Y YA ESTAMOS HARTOS DE TANTO ABUSO.
Observo sorprendida su altanería y la de sus jefes, que lejos de entender lo que el pueblo les reclama en cada manifestación, continúan haciendo oídos sordos y repartiendo privilegios entre los que más tienen, sin tener en cuenta que es el pueblo el que manda, que ustedes mismos abrieron esa puerta hace ya más de una treintena y que ahora ya no hay vuelta atrás, queremos vivir en libertad, con dignidad y en paz, vivir en una palabra y que los nuestros, nuestros hijos, nuestros ancianos, nuestros enfermos, a esos que sus jefes les recortan derechos y más derechos sin preocuparse lo más mínimo por su futuro, mientras ustedes gozan de privilegios que nadie les ha otorgado, a cuenta del esfuerzo de millones de brazos que cada día trabajan, para que todo funcione.
Pues mire usted, esto no lo escribe una terrorista, ni una perroflauta (aunque se me incluye en ese grupo por mi implicación en los movimientos sociales), ni una delincuente, se lo escribe una madre más, una hija más, una compañera más, una trabajadora más, que ve como cada día resulta más difícil explicarle a sus niños tanta injusticia social, que tiene que hacer números para que sus pequeños puedan comer caliente todo el mes, que ve como cada día las camas del hospital en el que trabaja se llenan de más tristeza, como si el ambiente crispado estuviera haciendo mella en la salud de los que no rodean, un ser humano que solo quiere vivir tranquila junto a los que quiere y a la que no le dejan, ustedes, sonreír jugando con sus pequeños, porque los problemas son tantos que la sonrisa es un bien casi olvidado.
Póngase usted por un momento en el sitio de cualquiera de nosotros, explíqueles a sus hijos, porque no pueden tener tantas cosas como tienen los niños de los ricos, a pesar de que ellos vean como mama sale cada día a trabajar, explíqueles porque hay tanto dolor en el mundo, porque los poderosos permiten que mueran millones de seres humanos simplemente de pobreza, mientras ellos disfrutan de miles de privilegios que les llegan porque nosotros los producimos, dígales que sin el esfuerzo de todos el mundo no funcionaria, pero que solo unos pocos gozan de todo a pesar de que el esfuerzo lo hacen otros. Por supuesto no lo hará, por supuesto no le importa el dolor de los demás, pero una que ya ha recorrido la mitad de su vida le dice algo que esta más que demostrado, cuando uno esta abajo, puede subir, y la subida con esfuerzo resulta gratificante, pero cuando uno esta arriba, piensa que no puede bajar, no se equivoque, no es así, y la caída de golpe suele ser dolorosa, no tanto en lo físico, pero mucho en lo emocional, llegará un día donde el Ser Humano recobre su dignidad y donde los abusos de unos pocos serán juzgados, eso es seguro, aunque tardemos más tarde o más temprano el mundo cambiará y empiece a escuchar las voces de esas manifestaciones tan molestas, porque le están enviando un mensaje bien claro, y es que los ciudadanos YA NO SE DEJAN ENGAÑAR..!
Buenos días Sra. Cifuentes, pero mire usted: EL MUNDO ESTA CAMBIANDO.
Y SI CAMBIAMOS EL MUNDO!! 